viernes, 31 de agosto de 2012

ÁGORA

En esta película Alejandro Amenábar nos transporta históricamente a finales del siglo IV, en Alejandría, donde se desarrolla una lucha ideológica entre cristianos y paganos; en medio de toda esta destrucción descubrimos a la protagonista, Hipatia, la primera mujer matemática, filósofa y astrónoma, quien daba clases a sus discípulos en la biblioteca. Dos de sus discípulos, Orestes y Davo, se enamoran de ella sin ser correspondidos, porque ante un contexto religioso, político y social tan complicado, Hipatia sólo podía dar su amor al conocimiento y luchaba cada día por demostrar el movimiento que rige nuestro sistema solar.

Al rebelarse los cristianos destruyen la biblioteca, templo de la sabiduría, y toman la ciudad, obligando a los paganos a bautizarse en su fe e interpretando además, que Jesucristo nunca confió en las mujeres,  ni en sus opiniones,  así que no tendrían que ser tomadas en cuenta;  de esta manera, buscan a Hipatia, considerando que su conocimiento no era más que paganismo, al negarse ella a convertirse al cristianismo, a ser bautizada, y a renunciar al conocimiento, la filosofía y la ciencia, la acusan de bruja y se convierte en una víctima, ya que es despojada de sus vestiduras y asesinada por Davo, quien la asfixia para evitarle el sufrimiento que recibiría después con las pedradas de los monjes.
Esta película me agrado mucho puesto que rescata para nosotros y para la historia un personaje muy importante, que muchos desconociéramos, Hipatia y sus diversas aportaciones a la ciencia, como sus estudios referidos al heliocentrismo. También me pareció una excelente película debido a que nos hace reflexionar acerca del papel que ha tenido la mujer y lo difícil que ha sido su integración al mundo de la ciencia y el conocimiento; pero naturalmente no se trata de inclinarnos a una tendencia feminista, sino más bien a analizar que la lucha entre la ciencia y la religión, por mucho tiempo llevo a la destrucción no sólo de ciudades y templos, sino también a la autodestrucción del ser humano. Lo anterior como resultado del fanatismo  y la intolerancia fundamentada en una religiosidad oscurantista,  que a lo único a lo que nos ha conducido es al estancamiento social, político, cultural y económico, por ello es conveniente concluir que el desarrollo, la libertad y el progreso de la humanidad requiere indispensablemente de la razón, el saber y sobre todo de la tolerancia.


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